Se está acabando el verano y el retorno a clases llegó para algunos pocos, mientras que el grueso de la población estudiantil volverá a las aulas en los primeros días de marzo, especialmente en aquella fecha que ya se proyecta: el “Súper Lunes”.

Después de largas semanas de vacaciones, muchas niñas y niños deben enfrentarse nuevamente a rutinas que comienzan temprano por la mañana. Ante esto, Carmen Gloria Baeza, Directora Nacional de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás, entrega algunas recomendaciones para que este tránsito ocurra de la mejor forma posible.

Prestar atención a las conductas

“Todos los niños y niñas pueden reaccionar de manera diferente ante el retorno a clases: algunos, pueden irradiar alegría ya que se reencontrarán con sus compañeros, mientras que otros pueden mostrarse más ansiosos y preocupados. Aquí la clave, es que los adultos responsables estemos preparados para prestar atención a los cambios de conducta del menor y de cómo nos comunica este evento”, dice la profesional.

Según Baeza, es recomendable “hablar con el niño o niña sobre la vuelta a clases. Comentarles, por ejemplo, las cosas positivas que se relacionan con este retorno: ver a sus amigos, explicarles que pueden jugar, aprender cosas nuevas, etc.”, así como también que sean protagonistas de su propia rutina a través de actividades como “preparar su mochila, sus útiles escolares, su uniforme o sus colaciones”. Esto último tiene como finalidad el permitir que se “adquieran hábitos y responsabilidades que serán la antesala de otras tareas que deberán ir asumiendo en el transcurso de la vida escolar”.

Irritabilidad, sueño y más: las señales del estrés

Retomar hábitos puede costar tiempo y energías, presentando un “reto emocional” considerable en niños, niñas y adolescentes. Si bien es importante ir chequeando regularmente cómo se sienten a través de conversaciones o juegos, el estrés puede aparecer en el horizonte de todas formas.

Entre las señales de alerta más comunes se encuentran la irritabilidad, labilidad emocional, cambios bruscos en la alimentación y/o sueño, cansancio muscular, pensamientos de desamparo, cambios bruscos de humor, expresamente rehusarse a ir al colegio, entre otros.

“Es importante considerar que no todos los niños son capaces de verbalizar o reconocer que se sienten angustiados o estresados por el retorno o las obligaciones escolares”, advierte la psicóloga, por lo cual el mantener una comunicación constante es clave.

¿Qué hacer después del colegio?

Al igual que los adultos en su retorno a casa después del trabajo, las personas que asisten a clases también vuelven al hogar con cansancio. “Fueron muchas horas que tuvieron que invertir en concentración y atención, por lo que es necesario tener un tiempo de desconexión escolar y de esparcimiento una vez que vuelven a sus casas”, recomienda Baeza.

“Si bien es cierto, la Convención sobre los Derechos del Niño establece que todo niño tiene derecho a educación, también señala que ésta debe ser orientada para lograr el máximo desarrollo de su personalidad y capacidades. En este sentido, establece que tanto niñas, niños y adolescentes tienen derecho al descanso, al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad”, añade.

Según la Doctora en Psicología, “lamentablemente muchas veces se confunde el tiempo de recreación con el uso de pantallas o dispositivos móviles”. Este uso excesivo puede producir problemas cognitivos en los más pequeños, pero también de desarrollo social en todas las edades. Por eso también recomienda tener actividades que incluyan la socialización, el fomento de la creatividad y la expresión de sentimientos.

Importante: el trabajo a largo plazo

Como anteriormente señalaba la profesional, el forjar rutinas es algo que acompañará a los niños, niñas y adolescentes por gran parte de su vida. En ese sentido, asegura que también es importante “enseñarles a gestionar las emociones y a gestionar el tiempo”.

“Aquí se trata de enseñarle a nuestro hijo a distribuir el tiempo teniendo en cuenta sus propios intereses y priorizar sus actividades. No estoy hablando únicamente de planificar el tiempo de estudio, sino que de reconocer que un estudiante es una persona que tiene múltiples necesidades y que se deben satisfacer a partir de actividades lúdicas, sociales, deportivas y otras”, agrega Baeza.

Otra de las herramientas que señala la psicóloga es en el área de los ejercicios de respiración: “Estas mismas técnicas de respiración incluso le podrán ayudar cada vez que sienta ansiedad frente a una situación de tensión como, por ejemplo, estar ante un examen o hablar en público”.

“El apoyo familiar también es crucial en todo el proceso escolar. Es necesario que el niño, niña o adolescente se sienta acompañado de sus seres cercanos, sientan que su cariño es incondicional a sus éxitos o dificultades académicas y que puede tener la confianza suficiente para expresar sus preocupaciones e inquietudes. De esta manera estaremos contribuyendo al bienestar emocional del estudiante y apoyaremos a que este paso por la escolaridad sea una bonita experiencia”, concluye.