En este día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia, es esencial recordar que el rol que tienen las mujeres en las ciencias ha sido -y sigue siendo- vital para el desarrollo humano. La diversidad en estos espacios es no sólo importantísima sino necesaria para que la investigación, creación y progreso de nuevas ideas, respondan a la diversidad que existe en el mundo real, tomando en cuenta perspectivas muchas veces dejadas en los márgenes.
Es indiscutible el valor que agregan las mujeres en las STEM, desde visiones novedosas para un determinado problema, hasta formas originales de cómo resolverlo. Por lo mismo, el lema para la celebración de este año es: “Innovar. Demostrar. Elevar. Avanzar. Sostener (I.D.E.A.S.)”, de acuerdo a lo establecido por la ONU.
Según cifras de la Unesco, solo 3 de cada 10 personas en ciencia y tecnología son mujeres. Por ello, aún es difícil pensar en un mundo realmente equitativo. De acuerdo con el estudio “El futuro de la tecnología: inclusión femenina”, que desarrollamos en Laboratoria en el marco de nuestra alianza con BID Lab, identificamos ocho barreras para la incorporación de las mujeres en el sector tecnológico. Una de ellas -que está presente en la vida de las niñas desde sus primeros años- es el impacto restrictivo de los roles de género.
Por otra parte, la presencia constante de estereotipos y sesgos inconscientes disminuye las aspiraciones que las niñas puedan tener sobre desarrollarse en ciencias, tecnología, ingenierías y matemáticas, debido a que se insinúa de entrada que las mujeres tienen poco que hacer en dichos espacios, y la falta de modelos a seguir también desmotiva su incorporación en el área. Es como si no fuera un trabajo para las mujeres y esa mentalidad ya empieza a ser impuesta desde la niñez.
Nuestra tarea ahora, y de toda la sociedad, es trabajar desde todos los frentes para derribar esas barreras y potenciar la participación femenina en las ciencias. Esto quiere decir, estimular el interés desde la primera infancia, velar para que las niñas conserven esa inclinación, ser modelos a seguir para que las adolescentes vean una alternativa de carrera posible en las STEM, y trabajar en políticas de equidad para el acceso a la educación. Solo así podremos llegar a ese esperado futuro sin brechas de género.
Por Fernanda Alburquerque, Bootcamp Manager de Laboratoria