Toda pérdida pasa por un proceso de duelo que es importante atender adecuadamente. Dado ese contexto, Daniel Riveros y Ester Laherrán, especialistas en psicooncología de Clínica Bupa Santiago, entregan recomendaciones para sobrellevar los duelos y explican los casos en que es clave consultar con un profesional.

«El duelo es algo por el que pasamos todos. Decir «adiós» a una persona con la que estamos emocionalmente vinculados es difícil y no siempre se consigue adecuadamente, por lo que es importante despedirnos expresando nuestras emociones», dicen Daniel y Ester, quienes proponen cinco tareas, inspiradas en el destacado doctor estadounidense J.W. Worden, miembro de la Asociación Americana de Psicología, para hacerlo más llevadero:

  1. Aceptar la pérdida como algo que ha ocurrido realmente y que la persona ya no está con nosotros.
  2. Hablar de la pérdida y de lo que esto significa para nuestra vida, así como de las circunstancias en las que se produjo, ya que ayuda a elaborar apropiadamente el duelo.
  3. Identificar las emociones que estamos experimentando (por ejemplo, dolor, ira, tristeza, angustia, soledad) y permitirnos sentirlas.
  4. Adaptarse a un nuevo entorno en el que la persona está ausente, tanto en el ámbito externo, interno y espiritual.
  5. Recolocar emocionalmente a la persona fallecida, es decir, encontrarle un lugar adecuado en nuestra vida emocional de modo que nos permita seguir vinculados a esta persona, pero sin que nos dificulte seguir con nuestra vida.

Una carta de despedida

«Asimismo, recomendamos escribir una carta de despedida a la persona ausente en la que exprese tanto pensamientos como sentimientos. Es bueno liberar las emociones y escribirlas, sean positivas o negativas, para decirle adiós. Esto no significa olvidarla, sino organizar nuestras emociones», sostienen los psicólogos de Clínica Bupa Santiago.

No obstante, los duelos se viven diferente en cada caso y a algunas personas se les vuelve más complejo. «En estos casos hay que poner atención, porque pueden desembocar en un duelo patológico, complicado o no resuelto, que puede reflejarse en dificultades para hablar del fallecido, excesiva sensibilidad, temor extremo a la muerte, cambios radicales en el estilo de vida, conductas hiperactivas, compulsión de imitar a la persona ausente o gran idealización de la persona que murió. Frente a estas situaciones lo más recomendable es consultar con un profesional para recibir apoyo psicológico y una escucha empática, en la que se pueda conectar y construir una narrativa de la pérdida», sostienen Daniel y Ester.