No hay una edad precisa en la que los problemas cognitivos puedan manifestarse tanto en perros como en gatos. Esto dependerá de diversas variables; por ejemplo, si mantienen estímulos sensoriales en su vida diaria, la probabilidad de desarrollar cambios neurodegenerativos será menor. En caninos, estos cambios pueden comenzar a evidenciarse a partir de los siete años, mientras que, en felinos, es más probable que ocurran a partir de los diez años de vida.
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