El gran desafío educacional de este año es la reactivación educativa para la que el Gobierno creó un plan enfocado en ámbitos clave como convivencia y salud mental; fortalecimiento de aprendizajes y condiciones para la enseñanza; así como la asistencia y revinculación de los estudiantes excluidos del sistema. Sin embargo, María Virginia López, psicóloga educacional de Fundación Educacional Oportunidad explica que hay un tema muy relevante para el que las escuelas debieran estar preparándose con anticipación: “la llegada de las niñas y niños de educación parvularia, con el objetivo de contar con un plan que les permita crear un clima positivo y ambientes propicios que sean facilitadores para el aprendizaje”.

Y, además, menciona: “La entrada a clases puede generar diversos estados emocionales, no solo en los niños y niñas, sino que también en las familias. Por eso es fundamental que los equipos educativos reciban a los niños y niñas en un ambiente caracterizado por un clima positivo que posibilite que los niños, niñas, y las familias, se sientan seguros, acogidos y acompañados en este proceso de adaptación”.

El clima del aula es una dimensión fundamental para el desarrollo de las habilidades emocionales y sociales de los niños y niñas. Tanto así, que se define como un ambiente caracterizado por la conexión emocional y social desarrollada, a partir de las interacciones entre niños y niñas, y el equipo educativo.

Para la profesional, la importancia de que exista un ambiente propicio para el aprendizaje que se caracterice por un clima positivo, ayuda a construir relaciones y, a que exista comunicación y afecto positivo, así como respeto. Esto con el fin de que los niños y niñas se sientan felices, seguros y contenidos durante la exploración del proceso de enseñanza- aprendizaje.

“Desde que nacemos, las interacciones tienen un rol fundamental en el desarrollo de nuestras vidas. Al principio van modelando la arquitectura del cerebro y luego toman un rol principal en las bases del aprendizaje y el desarrollo integral de los niños y niñas. De hecho, la enseñanza se basa en las relaciones y estas dependen de cada interacción”, indica.

Las interacciones de apoyo emocional son los cimientos del aprendizaje, porque para poder motivarse y asumir desafíos académicos y sociales, los niños y niñas necesitan que les ayudemos a sentirse cómodos/as, seguros/as y a desarrollar vínculos de apoyo cálidos, tanto con su grupo de pares como con los equipos educativos.

“En las aulas es donde se generan estas condiciones, los niños y niñas sacan un mayor provecho de las distintas instancias de aprendizaje y desarrollan mejor las habilidades emocionales y sociales que necesitan para su desarrollo integral”, afirma María Virginia López.

La experta en interacciones pedagógicas también señala que es necesario recordar que venimos de tres años de pandemia, donde las niñas y niños pasaron de no ir al jardín infantil a luego asistir intermitentemente, y en muchos casos, las familias optaron por saltarse esa etapa para llegar directo a prekínder. “Esto podría generar ahora un periodo de mucha angustia y ansiedad para las niñas y niños y, por supuesto, para sus familias”, explica.

En tanto, la psicóloga de Fundación Educacional Oportunidad destaca que las investigaciones realizadas en torno a las interacciones han revelado que “en las aulas donde los equipos educativos desarrollan interacciones con énfasis en apoyo emocional, los niños y niñas se han mostrado más propensos a desarrollar habilidades socioemocionales orientadas al control de los impulsos y la competencia social, y se ha observado mayor autonomía y menos problemas de conducta”.

Proceso de adaptación

María Virginia López,psicóloga educacional de Fundación Educacional Oportunidad, dio a conocer diversas situaciones que niñas y niños de educación parvularia pueden enfrentar durante el proceso de adaptación.

  • ¿Qué pasaría si el equipo educativo no acoge las emociones de las niñas y niños durante el proceso de adaptación? El resultado de esta acción -que a todas luces está muy lejos de ser la correcta- podría tener un impacto tan negativo que puede generar que los niños se sientan inseguros, con miedo y con altas probabilidades de no querer asistir a clases.
  • Por el contrario, si una educadora o técnico en párvulos recibe a la niña o niño, se ubica a su estatura, le habla con tranquilidad, comprende y acepta sus emociones y le propone acompañarla/o en esta nueva experiencia en la escuela, estaremos frente a un lazo que puede ser muy determinante para el inicio de la trayectoria educativa de ella/él y los resultados que puede alcanzar en el futuro.
  • Cuando las niñas y niños ingresan a la sala de clases, la rutina se convierte en un factor clave para disminuir las incertidumbres, preocupaciones, angustia y ansiedades que puedan presentarse a lo largo de los días. Esto debido a que los equipos educativos están constantemente anunciándoles las actividades que se realizarán de modo que las niñas/os sepan qué van a hacer en cada momento del día, y no se sientan sorprendidas/os.