Convertida en un ícono del teatro nacional, La Negra Ester, cumple 34 años de historia sobre las tablas. Con un reconocido elenco, sus primeras funciones se hicieron en la plazuela O’Higgins de Puente Alto, para luego deslumbrar al público y la crítica especializada en la terraza Caupolicán del Cerro Santa Lucia. De ahí en adelante, la obra de Roberto Parra, que contó con la magistral dirección de Andrés Pérez a cargo de la compañía Gran Circo Teatro, recorrió Chile y el mundo, con este relato de amor y desamor que ha marcado a varias generaciones.
Esta pieza, inspirada en las décimas autobiográficas de Roberto Parra de 1971, se ambienta en San Antonio a fines de los años ’30 y comienzo de los ’40. En el relato, se muestra a Roberto, quien llega al puerto para conocer a la “Negra” Ester, una popular prostituta.
Durante la primera versión de la obra, participó un destacado elenco, compuesto por Rosa Ramírez y Boris Quercia, en los roles principales, junto a María Izquierdo, Ximena Rivas, Willy Semler, Aldo Parodi y Pachi Torreblanca. Asimismo, la obra de teatro contó con una gran banda sonora, interpretada en vivo por La Regia Orquesta, integrada por los reconocidos músicos Cuti Aste, Jorge Lobos y Álvaro Henríquez.
En un nuevo aniversario, es pertinente conocer la obra del Tío Roberto, quien fuera además de escritor, músico, folclorista y creador de las “cuecas choras”, que cambiaron la visión y el contenido de las cuecas tradicionales de nuestro país. Roberto, fue el quinto hijo de la familia Parra y hermano de los célebres Violeta, Nicanor y Eduardo. La revisión de su vida y obra, se puede encontrar en el libro “Roberto Parra. La vida que yo he pasado”, escrito por su mujer, Catalina Rojas, en conjunto con el equipo de Pehuén Editores, donde se da cuenta de las diferentes etapas de la carrera de este singular cantautor, que desempeño su arte en boites, circos y cabarets a lo largo de Chile.
Asimismo, es posible conocer el texto original de la pieza teatral en el libro “La negra Ester / El desquite”, de Pehuén Editores, donde se muestran las décimas originales, más el libreto de la obra póstuma de Parra, como un testimonio de la crudeza y el sabor de la pluma característicos del Tío Roberto.