Las muy populares frutas de verano, conocidas por sus llamativos colores, sabores y aromas característicos, no solo refrescan, decoran eventos, acompañan días de piscina y otras actividades en el periodo estival, sino que tienen una amplia gama de componentes beneficiosos para el organismo. Destacan vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, ácidos orgánicos, entre otros nutrientes, los que ayudan además al sistema inmune, digestión y flora intestinal.

A pesar de que se puede disponer durante gran parte del año de frutas importadas como mango, piña, duraznos, nectarines y uva de mesa, en Chile el consumo de frutas de verano se basa en la producción de frutales de hoja caduca.

La temporada se inicia en septiembre con el gradual aumento de los volúmenes de frutilla, la que da paso a la cereza, la cual se puede encontrar desde los últimos días de octubre, aumentando su oferta hasta el peak de producción que se concentra en pleno diciembre. En noviembre se cosechan los primeros nectarines y duraznos de exportación, damascos y ciruelas frescas.

También desde la última semana de noviembre, se inicia la temporada de uva de mesa en la región de Atacama, la que finaliza a fines de abril con las variedades más tardías. Luego, desde fines de diciembre, aparece el apetecido durazno conservero, el que se podrá encontrar hasta fines de abril. Durante el verano, también acompañan frambuesas y arándanos, que, según la zona y variedad, se producen desde fines de octubre, hasta mediados de abril.

Mientras avanzan los meses cálidos, a fines de enero, comienzan las cosechas de peras y manzanas, las que por su excelente condición de guarda, se trabajan para exportación o se intentan vender en el mercado nacional cuando no hay disponibilidad de otras frutas, razón por la que se consideran como frutas de invierno, a pesar que se cosechan en verano, lo mismo ocurre con los kiwis, donde la cosecha se inicia en marzo.

El rango de precios en que se podrá adquirir la fruta en Chile depende en un comienzo del mercado en los países de destino para la exportación de fruta fresca, de los rendimientos de los huertos y de las necesidades de la agroindustria.

La oferta y demanda de productos como pulpas, conservas, congelados y deshidratados, marcan también los precios mínimos en los que se podrá comprar cada fruta en el país. Factores como disponibilidad de mano de obra, logística de exportación y fechas de cosecha, pueden determinar que los precios suban o bajen drásticamente debido a lo acotado que es el mercado interno. No menos importante son los devastadores efectos del cambio climático, con sus temperaturas atípicas, precipitaciones inesperadas, heladas, olas de calor y otros eventos que afectan la producción.

Para la presente temporada se estiman bajas en la producción de entre un 20% y un 50% dependiendo del frutal, atribuido principalmente a lo caluroso que fue el invierno, primavera inusualmente fría y lluvias en periodos críticos como floración. Esto, sumado al aumento de los costos de producción, mantendrá precios un poco más elevados que el año anterior, pero algunas frutas, por efecto de mercado, podrían bajar considerablemente, como ya sucedió con el damasco, y debiera pasar con uvas, duraznos y nectarines.

Víctor Castro Académico de la Escuela de Agronomía Universidad de Las Américas