Los chicles por sus componentes adhesivos puedes sacar algunos restos más grandes de alimentos que hayan quedado adheridos a los dientes, pero en ningún caso reemplazan el efecto que logra un cepillo dental y una técnica de cepillado correcta en la eliminación completa de la placa bacteriana que se forma en el diente.
Si bien el chicle puede arrastrar restos de alimentos de tamaño grande, su uso para la limpieza dentaria no está indicado, y trae como consecuencia muy negativa un impacto sobre las articulaciones entre la mandíbula y el cráneo, la articulación temporomandibular, pudiendo producir inflamación en ella, desgaste del disco articular, e hipertrofia muscular, por lo que masticar chicle es un hábito que produce un gran daño y no es recomendable hacerlo.
Es importante considerar que las únicas pastas dentales para cepillado que colaboran en la protección de los dientes son aquellas que tienen flúor y que contienen entre 1000 y 1500 partes por millón de flúor. Si la pasta dental se encuentre entre estos rangos de concentración de flúor estarán bien indicadas sin importar la edad del paciente. Claramente, en un bebé que no tiene más allá de 2 dientes erupcionados la utilización de pastas dentales más adecuadas será la que contenga una concentración de 1000 partes de flúor, siempre y cuando haya sido evaluado por un odontopediatra que determine si los riesgos adicionales, como la dieta de ese niño, y su alimentación sean factores de bajo riesgo, y no requiera por ello de una pasta con mayor concentración aún.
En nuestro país quedan pocas marcas de pastas dentales que no cumplan la normativa del Ministerio de Salud, por lo que cualquiera de ellas rotulada como infantil debiese contener una cantidad apropiada de flúor que colaborará en fortalecer el esmalte para hacer frente de mejor manera a los ácidos que producen caries.