Abordar la sexualidad no es lo mismo que hablar de sexo. La sexualidad es parte fundamental del ser humano y está presente entre nosotros desde que nacemos. Así lo explica Ariela Rebolledo, psicóloga de Clínica Bupa Santiago, quien aborda la relevancia de planificar la discusión de estos temas con los niños y qué esperar de estas conversaciones. 

«Es muy importante darse el tiempo de hablar estos temas con los niños y niñas, porque implica conocer el cuerpo de cada uno e ir comprendiendo, en la medida que avanza el desarrollo, cuáles son las manifestaciones que se producen, así como también las dimensiones emocionales y sociales de la misma. Hablar de sexualidad o educación sexual con los hijos e hijas es un derecho de ellos a la información y a la protección», plantea la experta.

¿Desde cuándo hacerlo?

Por lo anterior, Ariela Rebolledo señala que previo a los cinco años, es importante que niños y niñas nombren adecuadamente las diferentes partes de su cuerpo y puedan conocerlas, así como también saber cuáles son privadas y de mayor protección. «Además de ello, es natural la exploración genital (lo cual no debe confundirse con la masturbación), así como también el interés hacia zonas similares de otros niños o niñas, requiriendo del acompañamiento adulto para enseñarles que, por ejemplo, la exploración debe hacerla en espacios privados y protegidos y que nadie tiene derecho a tocar dichas zonas», sostiene.

Después de esa edad y en adelante, los niños y niñas comienzan a enfocarse en las relaciones sociales con sus pares y a observar y reflexionar más sobre el mundo y las causas de diferentes sucesos. «En este sentido, pueden preguntarse sobre el origen de los bebés o sobre los vínculos sentimentales (pololeo, matrimonio, vínculos homosexuales) o por aspectos del desarrollo sexual propio o de pares (tales como interés en el sexo opuesto o en el de niños del mismo sexo, cambios de género en pares, etc), siendo fundamental entonces hablar de la afectividad como una dimensión ligada a sexualidad, y que, por ende, está asociada al respeto propio y el de otros», añade.

Por eso, conforme van creciendo, la psicóloga aclara que es importante conversar sobre los cambios que aparecerán en la pubertad, tanto para niños como niñas, ir comentando experiencias y aprendizajes personales de los adultos responsables y abordar, previo a la adolescencia, información sobre los riesgos asociados a la actividad sexual, así como aspectos de la seguridad y los límites personales. «Esto es súper clave, considerando sobre todo la temprana exposición de menores a las redes sociales o a contenidos de internet, que muchas veces aparecen de manera imprevista de acuerdo con lo que escriben en el buscador, o en juegos en línea, estando así expuestos a contenidos indebidos», dice Ariela Rebolledo.

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Cuando hablar se hace difícil

Conversar de estos temas puede ser complejo para padres y madres, considerando sus propias formas de crianza, temores, experiencias, ansiedades o desconocimientos. Al respecto, la especialista de Clínica Bupa Santiago señala que la clave es no tratar el tema de la sexualidad como un tabú, pues el mensaje que se recibe es que la sexualidad es algo prohibido y probablemente negativo.

Por el contrario, la recomendación es abordar los temas con naturalidad y consultar a los niños y niñas sobre las emociones asociadas a los temas que se van tratando, a fin de identificar conflictos. «Además, es relevante valorar positivamente cada consulta o experiencias de parte de los niños y jóvenes, siendo ese el momento crucial para afianzar el vínculo», agrega.

Asimismo, la experta indica que hablar de sexualidad desde temprana edad ayuda a prevenir delitos sexuales, embarazos adolescentes y enfermedades de transmisión sexual. «A la vez, favorece la autoestima, el desarrollo emocional y psicosexual, las relaciones amorosas basadas en el respeto y en el cuidado y el vínculo de confianza entre los adultos responsables con sus hijos. Asimismo, es importante escuchar atentamente más que cuestionar, reprochar o dar consejos de forma inmediata, siendo lo esperable que los adultos estén disponibles para cuando niños (as) y jóvenes lo necesiten», puntualiza la psicóloga de Clínica Bupa Santiago.