El suicida no quiere morirse, quiere dejar de sufrir. Dejar atrás la idea de encontrarse en un callejón sin salida puede ser un proceso largo y complejo.

Pedir ayuda puede ser un paso muy difícil para algunos. Ante esta premisa estar alerta a las señales o cambios de conducta de nuestros seres queridos o conocidos es fundamental. Por lo general se tiende a normalizar si una persona empieza a estar más solitaria; si duerme poco o mucho; baja o sube de peso o si tiene cambios de humor o modifica su rutina de un momento a otro. Aspectos tan comunes como estos son signos de advertencia y podrían esconder comportamientos suicidas.

Querer poner fin a una vida puede deberse a múltiples causas. Heridas que pueden dejar huellas como por ejemplo ser víctima de acoso escolar, laboral y/o sexual; sentir sensación de soledad y vacío o tener problemas económicos y sentirse abrumado por las deudas. Otros factores pueden ser problemáticas de salud mental como padecer de una depresión, bipolaridad, esquizofrenia, trastornos de personalidad, consumo problemático de alcohol y/o drogas; etc. Además, es fundamental incluir a la población LGBT que se ve altamente afectada por problemas de salud mental relacionados con el estigma y la discriminación por lo que la ideación e intento suicida son más prevalentes que en la población hetero-cis. En todos estos casos contar con una fuerte red de apoyo es fundamental.

Actualmente en nuestro país las personas que más se suicidan son los mayores de 80 años, la pérdida del rol, ocupación laboral, estatus económico, y seres queridos, podrían ser los principales factores que desencadenan en el suicidio en este grupo etario. Entre los 15 y 29 años es el rango en que más intentos de suicidios ocurren. A nivel mundial una persona cada 40 segundos se suicida según datos de la OMS. Se estima que entre 7 u 8 personas cercanas a quién cometió suicidio quedan profundamente afectadas por este suceso y con problemáticas de salud mental, como por ejemplo, trastornos depresivos, ansiosos o adaptativos. Otro dato relevante, es que de cada cuatro personas que se suicidan tres son hombres.

Las redes familiares y los amigos son fundamentales para sostener este dolor y superarlo. La desesperanza suele ser un factor común en la ideación suicida. Aunque el proceso de un intento de suicidio es diferente según el caso y gravedad, es importante potenciar las herramientas para lidiar con el sufrimiento. Acompañar, sostener, estar al tanto de servicios y líneas de ayuda es primordial. Conversar sobre la prevención del suicidio es tarea fundamental de toda la sociedad. Ayudar a contener y superar ese dolor es tarea de todos.

Macarena Norambuena. Directora Clínica Psicológica (CAPSI) UNAB, Sede Viña del Mar